Según una frase coloquial, con diferentes versiones, ni la tos ni el dinero ni el amor se pueden ocultar. Esta premisa parece que no es tomada en cuenta por nuestras autoridades, sobre todo en el aspecto monetario.
Así lo podemos entender de lo ocurrido con las cuentas de la presidenta Dina Boluarte. El contralor Nelson Shack indicó que habría un presunto “desbalance” patrimonial en los ingresos registrados por la mandataria. Ello se desprende de las evaluaciones realizadas en las declaraciones presentadas ante el Estado peruano.
Desde el entorno de Dina Boluarte respondieron que no existe tal desbalance. Por el contrario, el premier Gustavo Adrianzén refirió que todo se debió a un “error material” debido a que existen cuentas en cero pertenecientes a la mandataria que escaparon al control.
Sea cual sea el caso, lo cierto es que existe otro dicho en nuestra habla popular: “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”. Con los antecedentes de la presidenta (ejemplo las versiones diferentes soltadas en los inicios del caso Rolex) bien caben las dudas sobre la idoneidad en las declaraciones presidenciales. El tema pasa por saber qué realmente sucede con los ingresos de la primera ciudadana del país.
Solo está en manos de la presidenta demostrar de manera fehaciente que sus cuentas son claras en todo sentido de la palabra. Mientras tanto, debe combatir en otro frente legal con la investigación del préstamo de los relojes Rolex. Estas acciones se hacen más que necesarias para ayudar a darle algo de estabilidad y credibilidad a un Gobierno que sigue recibiendo golpes de todo tipo por sus propios errores.