Mientras usted lee esta columna, más de 120 migrantes indocumentados se encuentran viajando desde la frontera entre Perú y Chile hacia su país natal Venezuela. De esta forma se integraron al primer vuelo humanitario organizado para solucionar la crisis migratoria que duró por 24 días en la zona limítrofe.
Tuvieron que pasar más de tres semanas de diversos enfrentamientos, reclamos y protestas por parte de la población del lugar y de los migrantes. Los primeros se encontraban descontentos, debido a que sus actividades normales se vieron paralizadas ante la ocupación de la principal vía de acceso entre ambos países. Los segundos, empujados por la rigidez de la ley chilena, buscaban ingresar a nuestro país y de esta manera tener una nueva vida, aunque con precariedad.
Finalmente la situación parece que irá resolviéndose conforme pasen los días. Se ha logrado una coordinación entre autoridades chilenas, peruanas y venezolanas para encontrar una salida a la crisis que se desató por la gran cantidad de migrantes y el incumplimiento de los requisitos mínimos de residencia por parte de ellos.
Veremos si en los siguientes días se dan más de estos vuelos para garantizar que finalmente la zona fronteriza quede libre y las actividades económicas se puedan retomar con normalidad. Recordemos, por ejemplo, que la región tacneña depende en gran parte de la actividad comercial y turística que se desarrolla con el vecino país de Chile. Esta se vio interrumpida por los constantes bloqueos realizados por migrantes.
Estamos saliendo de la crisis sanitaria y económica a causa de la covid-19. No merecemos sumarle otro golpe a nuestro aparato económico con la presencia de personas indocumentadas que no puedan ingresar a nuestro país, pero que ocasionaron diversos problemas en la frontera.
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