Las diligencias por el caso Rolex cada vez alcanzan límites más preocupantes. Ahora no solo se trata de pronunciamientos de los involucrados que levantan más dudas en torno a este caso, también se tienen manifestaciones que llegan al límite de la agresión solo por defender o atacar a las partes de la investigación.
Así le ocurrió al abogado de Wilfredo Oscorima, Humberto Abanto, quien, a su salida de la Fiscalía, recibió una lluvia de heces sobre su cabeza y la de los periodistas que lo entrevistaban. Un grupo de manifestantes, vinculados a Pedro Castillo, lo agredió mientras expresaba su molestia por lo ocurrido durante las últimas semanas por el caso Rolex.
Más allá del juicio de que podamos tener sobre lo ocurrido con el caso Rolex y sus protagonistas, dígase la presidenta Dina Boluarte, el gobernador de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, entre otros, se debe condenar desde todo punto de vista la agresión a la persona.
Aunque es cierto que resulta muy lamentable el papel que juegan nuestros gobernantes con el uso de regalos aprovechando su poder, no debemos caer en juegos tan baratos como es agredir a los involucrados.
Esta situación eventualmente puede llevar a una victimización que nuble la claridad en una investigación que tiene para rato. Lo lamentable es que también involucre a quienes tienen el poder en sus regiones y el país. Ellos deberían estar al servicio del pueblo y no al revés.
La justicia debe encargarse de poner cada elemento en su lugar. No busquemos conflicto donde se pueden utilizar los elementos que la ley nos otorga. Este y otros casos deben ser una prueba a superar para nuestra sociedad y demostrar la confianza que tenemos en nuestras instituciones para evitar más protestas con lanzamiento incluido de heces.