Desde el viernes 7 hasta el domingo 9 de marzo, se ha dispuesto el cierre del perímetro de la plaza de Armas de Arequipa, con la finalidad de prevenir actos que atenten contra el patrimonio del centro histórico. Esta decisión ha generado diversas reacciones en la ciudadanía, que ve restringido su derecho constitucional al libre tránsito.
El cierre del perímetro de la plaza incluye la colocación de vallas en la pileta del Tuturutu y las áreas verdes de la plaza de Armas. Sin embargo, esta medida ha sido recibida con escepticismo, ya que, según funcionario municipal Damiani, las personas que asistieron el fin de semana pasado no respetaron las vallas y algunas incluso habrían subido a los platos del Tuturutu. Ante esta situación, se decidió extender las vallas a todo el perímetro de ingreso a la plaza.
Es comprensible que se busque proteger el patrimonio histórico, pero ¿es realmente necesario cerrar el acceso a un espacio público tan importante como la plaza de Armas? Esta medida no solo afecta la vida cotidiana de los habitantes de Arequipa, sino que también limita el derecho al libre tránsito de las personas.
En lugar de recurrir a soluciones que restringen el acceso a la plaza, se podrían considerar alternativas más eficientes y menos invasivas. Una opción podría ser aumentar la presencia de agentes de seguridad y personal de vigilancia para asegurar el cumplimiento de las normas y evitar actos vandálicos. También se podría implementar campañas de concientización y educación para fomentar el respeto hacia el patrimonio histórico y promover un uso responsable de los espacios públicos.
Además, se podrían instalar cámaras de seguridad en puntos estratégicos de la plaza para monitorear las actividades y detectar a tiempo cualquier acto de vandalismo. Estas medidas no solo permitirían proteger el patrimonio histórico, sino que también garantizarían el derecho de los ciudadanos a disfrutar de su ciudad sin restricciones.
Finalmente, es crucial que se identifiquen y sancionen a las personas que han atentado contra el monumento histórico de la pileta del Tuturutu. La aplicación de sanciones ejemplares podría disuadir a otros de cometer actos similares en el futuro.
En conclusión, la protección del patrimonio histórico es una responsabilidad de todos, pero no debe ser a costa de los derechos de los ciudadanos. Es necesario encontrar un equilibrio entre la preservación de nuestros monumentos y el respeto al libre tránsito y la vida cotidiana de las personas. Las autoridades deben considerar alternativas más inclusivas y menos restrictivas que permitan a los arequipeños disfrutar de su ciudad sin limitaciones.