La economía boliviana atraviesa uno de sus momentos más críticos, con una crisis de abastecimiento de combustible y escasez de divisas que golpea a la población y a los sectores productivos. Esta situación, lejos de resolverse, se ha vuelto cíclica, generando incertidumbre y un creciente malestar social. Según el censo de 2023, más del 25 % de los ciudadanos considera abandonar el país, y esta cifra podría aumentar si no se toman medidas urgentes.
El diputado José Carlos Gutiérrez Vargas -en entrevista a Infobae Perú- advirtió que, de no producirse un cambio drástico en las decisiones gubernamentales, la tendencia migratoria seguirá en ascenso. En un contexto donde la falta de dólares impide la importación de productos esenciales, como medicamentos, y el precio de los bienes básicos sigue aumentando, la permanencia en Bolivia se vuelve insostenible para muchos.
El Gobierno peruano ya evalúa cómo afrontar una posible ola migratoria desde Bolivia, recordando lo ocurrido con la llegada masiva de venezolanos en 2017. Si bien Argentina es el principal destino de los migrantes bolivianos, con más de 542 mil residentes, países como Chile, Brasil y Perú también figuran entre las opciones más viables para quienes buscan estabilidad.
La historia demuestra que las crisis económicas no solo afectan a un país, sino que tienen repercusiones en toda la región. La migración boliviana podría convertirse en un nuevo reto para Sudamérica si las autoridades no encuentran soluciones efectivas.
En un escenario de incertidumbre, la pregunta no es si habrá un éxodo, sino cuán grande será y cómo los países vecinos responderán a este desafío.