La comisión de Ética del Congreso nos dio una ingrata (una vez más) imagen del Parlamento de la república. No sesionó por falta de quórum al recibir nada menos que ocho solicitudes de licencias. Con ello solo tenían ocho legisladores al iniciar su reunión de este lunes cuando se necesitaban nueve como mínimo para trabajar.
Debemos agregar que se trata del único grupo legislativo que acordó laborar de modo presencial. También existen reglas en torno a las solicitudes de permisos. El titular de esta comisión, Diego Bazán, señaló que solo se admiten tres por orden de llegada; sin embargo, pareciera que a sus integrantes los reglamentos les va y viene sin mayor importancia.
Lo problemático de esta situación radica en los temas delicados que debe evaluar este grupo de trabajo. Aquí llegan las denuncias contra los parlamentarios que cometen una serie de faltas que atentan contra la imagen que debe transmitir el poder del Estado que se encarga de elaborar las leyes para todos los peruanos.
Y vaya que hemos tenido multitud de problemas en el Parlamento. Si solo contamos los casos de los “Mochasueldos” y los congresistas que se lanzan una serie de calificativos durante las sesiones del pleno, tendríamos material para ocho comisiones de Ética. Sin embargo, son ocho los congresistas que faltaron y ponen en aprietos la labor revisora del comportamiento de un congresista.
Así tenemos un panorama sombrío y una perla más de nuestro Congreso. Pasan las gestiones y pasan las comisiones, pero lo que no pasa es la suma de ganas por demostrar que poco o nada les interesa a la mayoría de parlamentarios esforzarse en mejorar en beneficio de todos los peruanos.
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