Hace 144 años un grupo de hombres dejó un ejemplo para las futuras generaciones al ofrendar su vida en Arica. A pesar de ser superados en número y en logística, supieron entregar a la patria el más preciado bien como es luchar hasta el final por sus ideales a pesar de las vicisitudes ocasionadas incluso por sus compatriotas.
Los libros de historia han escrito bastante sobre la batalla de Arica y aun así los ejemplos sobran para demostrar que lo ocurrido con la clase política de aquel entonces se repite cíclicamente en el tiempo. Basta con ver la indiferencia que se tuvo para reforzar a 1600 hombres al mando de Francisco Bolognesi, quien se cansó de pedir apoyo mediante telegramas sin dejar de resaltar que “Arica no se rinde y pelearía hasta el sacrificio”.
Lamentablemente, en aquel momento la guerra nos halló fragmentados a nivel de la clase política y social, lo cual impidió una mayor unión entre peruanos para enfrentar a un enemigo en común. La historia relata que muchos priorizaron sus intereses personales sobre la patria y quienes pagaron por este mal acto fueron hombres como los que ofrendaron su vida en Arica.
Sin embargo, aunque los hombres y los lugares cambian, la situación sigue siendo la misma actualmente. Nuestros gobernantes y la sociedad en general no llegan a esa unión tan necesaria para que el país pueda salir adelante.
Hoy 7 de junio, hagamos una reflexión sobre la necesidad de priorizar las necesidades de la nación sobre intereses particulares que solamente sirven para agravar la crisis. Los egoísmos deben quedar de lado y prevalecer frases como la dirigida por Francisco Bolognesi en la última carta a su esposa: “Nunca pidas nada a cambio para que no piensen que mi deber tuvo un precio”.
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