El plazo para inscribir alianzas electorales vence el viernes 2 de agosto a las 23:59 horas A tan solo días del cierre, ningún partido político ha presentado una solicitud formal ante el Jurado Nacional de Elecciones.
Este silencio no es estratégico, es preocupante. Las alianzas electorales, lejos de ser un formalismo, representan un ejercicio de madurez democrática. Su ausencia anticipa un proceso electoral fragmentado y confuso.
El presidente del JNE, Roberto Burneo, instó a las organizaciones políticas a no esperar hasta el último momento. Cada solicitud necesita tiempo para ser evaluada correctamente y evitar futuras impugnaciones.
Formar una alianza requiere más que firmar un documento. Supone coordinación entre líderes, cesión de intereses, acuerdos programáticos y visión del desarrollo del país. Postergar este paso refleja improvisación o desinterés.
El escenario es alarmante: más de 40 candidaturas presidenciales podrían saturar la cédula electoral, junto a listas para Congreso, Senado, Parlamento Andino y planchas presidenciales. Una boleta infinita desorienta más que informa.
Esa sobreoferta favorece el voto emocional, no el razonado. En contextos de desconfianza política, muchos votan por reacción, por castigo o por intuición. La calidad del voto se empobrece.
Las alianzas ordenan el mapa político, permiten identificar propuestas más consistentes y reducen la dispersión. También brindan al elector opciones claras y fortalecen la gobernabilidad que tanto necesita el país.
El tiempo se agota. Los partidos deben actuar con responsabilidad y visión. Apostar por alianzas no es ceder poder, es construir democracia. Y ese compromiso no admite más espera.
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