Escribe: María Coaguila Torres
En el segundo piso del bullicioso mercado San Camilo de Arequipa se encuentra un rincón donde el tiempo parece detenerse y los sabores evocan recuerdos y emociones. Este rincón es el puesto de queso helado Doña Rosa, un negocio que trasciende generaciones y se convierte en un símbolo de la gastronomía arequipeña, reconocido no solo en la ciudad, sino también a nivel nacional e internacional.
La actual representante del puesto, Carmen Rosa Vargas Bernal, recuerda con ternura la historia que marcó a su familia desde 1948. "Mi abuela, doña Rosa, comenzó a trabajar con el queso helado cuando tenía 24 años. Era una joven llena de sueños que se dedicó a perfeccionar este postre que aprendió a preparar en los conventos. Después, mi madre siguió con la tradición, y ahora soy yo la tercera generación que mantiene vivo este legado", comparte con orgullo.
El queso helado de Doña Rosa no es solo un postre; es una experiencia que transporta a quienes lo prueban a una época en la que todo se hacía con esmero y dedicación. "No usamos colorantes ni preservantes. La leche que utilizamos es traída directamente del establo, y todo el proceso sigue siendo completamente artesanal. Movemos manualmente la leche con hielo hasta que se forma el queso helado, tal como se hacía en tiempos antiguos", explica Carmen Rosa Vargas, mientras sus manos hábiles continúan con la tradición que su abuela le enseñó.
El precio del queso helado cambió con los años, pero su esencia permanece intacta. Carmen Vargas recuerda cómo, cuando era niña, este postre costaba apenas 0.70 céntimos. "Mi abuela me contaba que en la década de los 50, cuando el colegio Independencia Americana estaba en su apogeo, el queso helado se vendía a 0.20 céntimos. Ahora, cuesta cuatro soles, pero sigue siendo una delicia al alcance de todos", comenta.
El puesto de Doña Rosa no solo atrae a los arequipeños, sino que también captura la atención de turistas y visitantes de todo el país. Víctor, un comensal que viajó desde Lima por recomendación de sus amigos arequipeños, se detiene un momento, saborea una cucharada de queso helado y, con una sonrisa que refleja el placer del momento, exclama: "¡Qué riquito está!".
Por otro lado, Marco Navarro, quien llegó desde Huancayo con su familia, cuenta que el queso helado de Doña Rosa fue lo primero que quiso probar al llegar a Arequipa. "Lo vi en TikTok y quise probarlo. Está muy rico, es diferente a cualquier helado que haya probado antes", afirma con entusiasmo.
El queso helado de Doña Rosa es más que un postre; es un testimonio vivo de la historia, la tradición y el amor de una familia que ha dedicado su vida a mantener este legado arequipeño. Cada cucharada es un viaje al pasado, un homenaje a la perseverancia y una celebración del sabor auténtico que solo se encuentra en este pequeño rincón del mercado San Camilo.