El ucraniano Vyacheslav Penchukov, conocido como Tank, relata desde una prisión de Colorado cómo pasó de buscar trucos para videojuegos a liderar dos de las bandas más peligrosas del cibercrimen mundial. Carismático y protegido por contactos influyentes, permaneció casi una década en la lista de los más buscados del FBI. En su primera entrevista, concedida a Cyber Hack: Evil Corp, revela detalles inéditos sobre el funcionamiento interno de Jabber Zeus y su posterior ascenso en el ecosistema del ransomware.
Penchukov recuerda con desdén su espectacular captura en Suiza en 2022, tras más de 15 años de persecución policial. Señala que fue tratado con “exceso” al ser reducido frente a sus hijos, aunque sus miles de víctimas pensarían distinto: solo con Jabber Zeus robó millones a pequeñas empresas y organizaciones benéficas en Reino Unido y Estados Unidos. Más tarde, entre 2018 y 2022, se sumó a bandas como Maze, Egregor y Conti, infectando miles de computadoras y participando en ataques a corporaciones e incluso a un hospital.
Desde prisión, asegura mantenerse optimista mientras estudia idiomas y obtiene diplomas, aunque reconoce que su camino criminal estuvo marcado por dinero fácil y falta de control internacional. Relata cómo operaban desde una oficina en Donetsk y cómo escapó del FBI gracias a un aviso y a un Audi S8 “con motor Lamborghini”. Tras la invasión rusa a Crimea y la extorsión constante de funcionarios ucranianos, dice que volvió al delito para pagar sobornos, coincidiendo con el auge mundial del ransomware.
Penchukov admite beneficios millonarios —hasta USD200 000 mensuales— y una “mentalidad de rebaño” entre los hackers, quienes imitan ataques exitosos sin importar el daño. Niega haber dirigido ataques específicos, aunque reconoce su liderazgo en IcedID, banda que infectó más de 150 000 computadoras. Pese a ello, minimiza el sufrimiento de las víctimas, salvo un ataque a una ONG infantil. Para él, las empresas occidentales “podían permitirse” las pérdidas; pero historias como la de un negocio familiar en Nuevo México demuestran el impacto devastador de sus robos.
Con dos condenas de nueve años y una orden de restitución de USD54 millones, Penchukov sostiene que su error fue confiar en otros hackers que luego se volvieron informantes. Asegura que en ese mundo “la paranoia es constante” y que el éxito acaba nublando el juicio. Hoy evita todo contacto con antiguos aliados como Maksim Yakubets, líder de Evil Corp, quien sigue libre en Rusia pese a las sanciones y a la recompensa de USD5 millones por información que permita arrestarlo. Para Penchukov, su caída fue inevitable; para otros, muchos de los más peligrosos aún están muy lejos de caer.