El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, planteó que Israel sea excluido de todas las competiciones deportivas internacionales mientras continúe la ofensiva en Gaza. Justificó su propuesta en un principio de coherencia: “al igual que se aplicaron sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania, Israel debería enfrentar medidas similares por la barbarie en Gaza”.
La iniciativa surgió tras la suspensión de la última etapa de la Vuelta a España en Madrid, interrumpida por protestas pro-palestinas contra la participación del equipo israelí Premier Tech. Sánchez respaldó esas manifestaciones como “una expresión legítima de solidaridad internacional” y elogió que se hayan realizado de forma pacífica.
Desde Israel, la reacción fue inmediata y crítica. El ministro de Exteriores, Gideon Saar, calificó las declaraciones de Sánchez de “antisemitas” y “mentirosas”, acusándolo de fomentar hostilidad y desinformación. La ofensiva diplomática incluyó advertencias sobre un posible deterioro en las relaciones bilaterales con España.
La postura de Sánchez ha generado apoyos en sectores de izquierda y organizaciones de derechos humanos, pero también críticas de la oposición, que advierte sobre el riesgo de mezclar deporte y política. El debate se intensifica en medios y calles, mientras expertos prevén que otros países o federaciones podrían considerar sanciones similares, aumentando la tensión internacional.
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