Arequipa, la Ciudad Blanca, vive con una doble amenaza constante: el movimiento telúrico generado por la actividad sísmica del sur del Perú y la presencia latente del volcán Misti. En este contexto, preocupa que siete de cada diez viviendas en la región son informales y vulnerables; es decir, construidas sin asistencia técnica ni estudios de suelos, además de ubicarse en zonas de riesgos, lo que pone en riesgo la vida de sus ocupantes.
Según el Instituto Geofísico del Perú, Arequipa es una de las regiones con mayor actividad sísmica del país, debido a que la placa de Nazca se introduce bajo la placa Sudamericana, generando liberación constante de energía en forma de sismos. A esto se suma que el volcán Misti está catalogado como activo por el Ingemmet, por tanto las poblaciones de Cayma, Miraflores, Paucarpata, Mariano Melgar, Alto Selva Alegre y Chiguata están en riesgo por su cercanía al macizo.
AUTOCONSTRUCCIÓN. El docente ingeniero de la Universidad Católica San Pablo, Juan Almonte, señala que según estudios solo el 30 % de las viviendas han sido edificadas con asistencia técnica y supervisión estructural, lo que les otorga una mayor resistencia ante eventos sísmicos.
El 70 % restante, construido de manera informal, podría sufrir grietas severas, colapsos parciales o totales, dependiendo de la intensidad del movimiento telúrico.
Esta situación se agrava cuando las familias deciden construir sin asesoría profesional ni seguir los lineamientos del diseño sismo resistente contemplado en el Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE), que clasifica a Arequipa en la zonificación 3 y 4 de peligro sísmico con riesgo alto y muy alto. En estas áreas, los diseños estructurales deben ser especialmente rigurosos y contar con altos niveles de seguridad.
“Una vivienda segura requiere tres cosas básicas: planos completos, asesoría profesional y el uso de buenos materiales. Aun así, muchas familias optan por ahorrar estos pasos clave, sin considerar que los costos del proyecto y planos representan solo entre el 4 % a 8 % del valor directo de construcción de la vivienda”, advierte Almonte.
BUENOS MATERIALES. Mientras en edificios modernos se usan placas, en las viviendas con menos de cinco pisos se recomienda una albañilería estructural con columnas de concreto combinado con ladrillos. Sin embargo, una práctica común en la autoconstrucción es el uso de materiales inadecuados. En lugar del ladrillo King Kong mecanizado, ideal para zonas sísmicas por su alta resistencia estructural, muchas familias utilizan el ladrillo hueco liviano (pandereta), que es más económico, pero no debe ser empleado como elemento estructural principal, ya que compromete la estabilidad del inmueble.
“Muchos dicen que sus casas no se caen, pero eso es porque hace más de 20 años no hemos tenido un sismo de gran intensidad como el de 2001 y solo entonces veremos cuál es el resultado”, alerta la arquitecta Fernanda Díaz, quien insiste en que la percepción de seguridad puede ser engañosa, y la falta de supervisión profesional aumenta la vulnerabilidad.
CAMBIOS. Frente a esta situación, expertos como Almonte proponen medidas urgentes para reducir la vulnerabilidad de la ciudad. Plantea la creación de programas de asistencia técnica gratuita o subsidiada para familias en situación vulnerable, licencias de construcción simplificadas para vivienda social, la elaboración de mapas de microzonificación sísmica y volcánica para guiar el crecimiento urbano seguro. Asimismo, recomienda escuelas taller para capacitar a autoconstructores y reforzar la fiscalización municipal con un enfoque técnico y no solo sancionador.
Estas propuestas permitirían reducir el riesgo de desastres urbanos a gran escala y construir una Arequipa más segura.