El cineasta y escritor italiano Pier Paolo Pasolini decía que el fútbol tenía un valor social y político. Medio siglo después, el libro 1975 latidos por minuto (Mesa Redonda), de Rubén Marruffo C., parece darle la razón al retratar un año en el que el Perú vivió entre la incertidumbre y la euforia.
Aquel 1975 empezó con protestas que desembocaron en el llamado Febrerazo o Limazo, un paro policial que paralizó Lima y desató el caos. Los saqueos, los heridos y el toque de queda impuesto por el régimen de Juan Velasco Alvarado marcaron el pulso de una nación convulsionada.
La tensión aumentó en agosto, cuando el general Francisco Morales Bermúdez ejecutó el golpe de Estado conocido como el Tacnazo, poniendo fin al gobierno de Velasco. En medio de esa crisis, la selección peruana encontró su propio camino hacia la historia.
Con figuras como Oblitas, Sotil, Cubillas, Cueto, Chumpitaz y Rojas, dirigidos por Marcos Calderón, el equipo nacional se alzó con la Copa América el 28 de octubre de 1975, venciendo a Colombia y devolviendo al país una esperanza colectiva en tiempos difíciles.
“Cada cierto tiempo, las diferentes generaciones de peruanos tenemos un año imposible de olvidar”, escribe Rubén Marruffo C. en el prólogo de su obra, un libro que reconstruye cómo el fútbol se convirtió en refugio y símbolo de unidad en uno de los años más intensos de nuestra historia.